El cambio conceptual de los domingos cae de la mano de la espera y de Bob Dylan saliendo de las paredes. Las cortinas azules y opacas marcando la claridad de la mañana, las copas y los posos de vino de anoche. Despertarse a las 12 para quedarse dormido de nuevo a las 13. Que haya un cigarro para marcar las pausas. Comer a las 17 porque ya sabemos que dónde hay "kitchen open all day". Estrujar la hora del café para contener la tarde, creer que empieza el día y ser consciente de que se anochece. Apurar hasta las menos cuarto y esperar que el semáforo se ponga verde para coger el taxi, decir adiós y tener la prisa de un día laboral en diez minutos. A la vuelta, un ejército de calcetines abordando mi cama esperando ser soldados doblados, una noche hueca y un lunes cargado a la vuelta de la esquina.
lunes, 24 de noviembre de 2008
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3 comentarios:
papá levante.
Vamos, matemos a Cortázar.
ya está muerto
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