jueves, 24 de julio de 2008

Veintidós veces 22

Qué fue si se hubiese perdido desde las olas de sus dedos hasta los remolinos de su adversidad. En notas de música le bailaba el alma, les golpeaba como una brisa, se le notaba en la cara. Se alistan en noches nubosas, iban recreándose en el tacto superfluo, divangando de la piel naciente de sus dedos. Hay partes imposibles. Y se rozan. Empezamos a hablar de infinito y acabamos contando. Aquí viene la enumeración caótica:() : la saltan como si todas las palabras juntas fueran una comba, con nudos de comas. Entonces a él lo enredan de una mano y el otro cabo que dice ser yo queda atado en la reja de la ventana dónde sólo se te ve a veces. Ondas de voz se unen por mismo punto cuando nadie juega. Quiero que te quedes aquí, a pie de calle, que sólo yo note tu presencia de espaldas.