domingo, 7 de junio de 2009

03-06-11 Málaga


Hoy saliste por la puerta, me saludaste educadamente con la mano antes de irte y te aventuraste a lanzarme un beso. -¡Hasta pronto!.
No me quedó más remedio que inventarme el resto. Sí. A partir de ese momento el azul dejó de ser un color,fue otra cosa. El Rioja ya no lo bebo en copa de vino y el Guernica se pintó en Agosto. La arcada no precede a la angustia y la oscuridad se observa con gafas de sol. La distancia no se mide en metros y si me apetece me salen alas. Puedo mudar de piel a mi antojo y si aprieto fuerte los ojos me desvanezco y soy aire. Hago de mi caminar un arte, una corriente peculiar que resurge del estilo atrevido de pisar únicamente las baldosas blancas, ¿El suelo? el tablero de ajedrez que cuelga de mi pared y me da la hora. Envuelvo sonrisas con lazos. Por animal de compañía tengo una trucha refinada, la encontré vagando en la calle, pidiendo limosna, recitando poemas sin sentido y de una belleza difícil de explicar, más que poemas regurgita sonidos... a veces se le olvida hablar.El amor es un perfume que sabe a miel. Si me canso me dan cuerda. En mi almohada duermen mis pies, pinto estrellas de día y paseo sobre el mar. Mi mejor amigo tiene un sombrero por alma y mi ser hace que la lluvia huela a limón.
Querida realidad, si estás leyendo esto no vuelvas, estamos mejor sin ti.

Besos y abrazos.

Aura

2 comentarios:

aura dijo...

y sí... si quiero vuelo

Sean Felices dijo...

Me despierta siempre demasiado tarde como para ir sin prisas por la vida y el café no es nunca tan negro como las horas de sueño que le faltan a mis noches, al sol le falta voltaje y las calles siguen siendo un gran negativo que olvidé revelar un día más. Me acompaña desde el fondo del bolso, sé que está en el hueco donde se pierden las monedas sueltas, esas que no les das a los que piden por la calle. Sólo se esfuma cuando enciendo un cigarrillo y aspiro pensamientos varios, sin orden, sin sentido a veces. Al volver a casa, se me ha caido, ha rodado por el bolsillo, piernas abajo, hasta los tobillos, el talón, y pesa. Intento dejarla en la alfombrilla de la puerta al limpiarme el polvo de la calle, pero trepa, se sienta en mi espalda y encojo los hombros, ¿Qué remedio? Suele esperarme en la toalla que me seca las gotitas de agua tras la ducha, en la misma toalla que me seca las ganas. Y al acostarme, le digo: buenas noches, realidad, justo antes de volver a soñar.

Ojalá mañana no estés aquí cuando despierte.