
A la carrera, como dos gotas de lluvia que se deslizan por el cristal, persiguiéndose la una a la otra, intentando ser una, buscando mezclarse, tú ibas delante, yo te seguía por detrás. Te perdí, o nos perdimos, o nos dejamos perder. Me resbalé.
-¿Y ahora qué?, preguntaste
- Ahora ya no llueve, afirmé
1 comentario:
Son los portales lo único que nos salva.
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